viernes, 17 de junio de 2011

Un poema de Jose Luis Rey: "Aparición de Venus en las bañeras de Hungría"



APARICIÓN DE VENUS EN LAS BAÑERAS DE HUNGRÍA

Mis niños con las manos perfectas de robar.
Mi maleta llena de pájaros.
Los ladrones volaban
y esperan cada tarde el momento adecuado, mi dinero, mi vida,
y espían los milagros y siempre tienen sed.

Y entonces, bajo rosas, a ciegas, entre el cielo,
en todos los tejados, dilo así.

Y di cómo soñábamos,
y quiénes fueron jóvenes, y quiénes sumergieron sus vestidos
en la harina solar para ver otros días
y nada se les dio.

Y es que a veces las lágrimas incendian los desvanes,
resbalan lentamente, no suenan al caer.

Y los ahogados llegan a las panaderías.

En los cines burbujea un volcán, bailaremos tal vez
un día transparente.

¿Cómo estás?, no conozco
girasoles en tierras submarinas.

Y algo así, sin embargo, una muchacha de luz
abre la puerta del alba
y está desnuda. La borrasca brilla en sus pechos.

El mundo es amarillo, nadie quiere morir.

Pero una raza de ladrones vuela.

Su pulsera, su gracia, sus palabras,
aquel tacón de mayo clavándose en el mar.

Vivir es estar dentro de una huella encendida,
cantar como las sábanas al sol, la hierba en las terrazas.


Qué misterio después: por los grifos abiertos sale el día,
desbordando la tierra sale el día,
sale el día
y no sabemos nadar.

Ay quién querrá subir, quién dirá soy cartero
y contará la historia,
llevará las palabras más allá de la niebla
y dirá cómo éramos, qué cosas tartamudas nos gustaban,
qué alfabeto de arena en la boca de un príncipe.

En el cuarto de baño se evapora el amor, un poema es un eco,
un poema es un eco.

¡Nuestra Señora del Verano vive!

Dentro de su tacón están los Andes.

Y cuántos francmasones
se reúnen a oscuras detrás de su rodilla.

En las calles más frías, en su hermosa nariz
nos creímos a salvo, pero ahora
estamos obligados a ser música.

En mi ventana culta seré joven. Allí he visto caer
enormes tulipanes, los pendientes rosados que se puso
y el vestido estampado de la infancia.

Un día volverá
y aquellos que la amaban ya serán su cabello,
saltarán en sus ojos, bajarán por sus brazos.

Su respirar eléctrico será resurrección.

La muchacha amarilla nos ha visto robarle
y nos alza en su mano, quién podrá
resistir un momento, acercarse a su oído y en voz baja
decirle que nosotros, tan frágiles, la hicimos.



De La familia nórdica

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