sábado, 15 de octubre de 2011

Hideo Asano, el poeta de Shinjoku

Asano fuma en pipa y ve pasar el mundo. El tiempo y el mundo. Gasta minutos en silencio, en una postura muy japonesa, muy cercana a la cuclilla, casi arrodillado. Lo gasta porque a veces ha vivido más en una hora que mucha gente en el resto de sus vidas. En los motores de los Nissan e Isuzu que abarrotan la calle, Asano escucha retumbes lejanos, Kalashnikov todavía templados.








El miedo te mata por la mitad


Come y bebe bien para luchar


Morir es vivir.




El poeta prematuramente envejecido guarda en cada arruga un día en el que pensó que jamás regresaría. Una vez se escondió durante tres días enteros en un pajar del norte de Vietnam. Dice que en ocasiones todavía siente aquellas sombras. Nunca olvidará pasos cercanos y miedos hirvientes. Creyó que aquella vez sería el final.





Nuestros entusiastas héroes


Ocultan sus castigos


La virtud gana laureles.



Entre Ashasi y Ashasi (marca de cerveza típicamente japonesa) vende infralibros fotocopiados que usualmente terminan el día mojados y arrugados en su vieja mochila. Vende cerca del Mikado ese salón de juegos recreativos retro en los que una partida al gálaga cuesta lo mismo que uno de sus libros.

Hay quien prefiere enfrentarse a un boss galaga que removerse un poco las entrañas con el haiku lento de Hideo.






El pan viene después del arte


Preferir la basura al grano


El miedo no son los leones.





Bebe de Heminway el poeta, en vaso corto.



Sé de una luna apacible


Se de una hermosa luna en calma


Que enciende la vieja noche del hombre



Y como este, recuerda al guerrero, viejo ya, deseoso de la calma.



Emotivas palabras se respiran


La tinta vale más que la sangre


La pluma vence al arca.



Asano lame heridas ajenas en verso corto. No es un indigente, pero lo parece, no parece ser un referente del prolífico y extraño (para nuestros abombados ojos occidentales) circuito underground artístico japonés, pero debería serlo sin duda. Un hombre de mundo, un ciudadano de cualquier lugar que ha batallado y ha esquivado balas merece sin duda ser leído, escuchado y respetado. Japón es así. Aquí nos extrañaría ver a un hombre acuclillado en una plaza vendiendo fanzines. Allí Asano es un personaje más de la calle, de una de las millones de calles de Tokio, aquí sin duda hace falta. No sólo él, sino su iniciativa, quizá los que nos dedicamos al oficio de escribir tengamos que promocionarnos de la misma forma. Ni editoriales, ni distribuciones ni libreros, sólo ideas, papel y fotocopia, y sobretodo mucha paciencia. Por algo dicen que Japón nos lleva un adelanto de cinco o seis años a la vieja Europa y otros tantos más a la desordenada España.









No tengo miedo de mi,


pero sí tengo miedo de tí.


tengo miedo de tí ahora.


Tendré miedo de ti por siempre.


Eso me hará tener miedo de mi.


Eso me hará tener miedo de los dos.


Eso me hará tener miedo de los dos ahora.


Eso me hará tener miedo de los dos para siempre.


Yo realmente no tengo miedo de mi.


Pero realmente te temo a tí.




(Todas las traducciones por David Fueyo, 2011)

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